Ajuste y tamaño adecuados: garantizar que un traje químico completamente cerrado tiene el tamaño adecuado es el primer paso para lograr un sellado seguro. Si el traje es demasiado grande, puede dejar espacios en puntos críticos como las muñecas, los tobillos o el cuello, lo que aumenta la probabilidad de exposición química. Por el contrario, un traje demasiado ajustado puede limitar la movilidad, provocando tensión en el material y las costuras, lo que puede provocar desgarros o fallos en la cremallera. Es esencial consultar las tablas de tallas del fabricante y, cuando sea posible, hacer que el usuario se someta a una prueba de ajuste para confirmar que el traje permite comodidad y rango completo de movimiento. El traje debe ajustarse cómodamente sin restringir el movimiento, ya que una talla inadecuada puede comprometer la eficacia general del traje.
Inspeccionar sellos y juntas: antes de cada uso, es fundamental realizar una inspección visual exhaustiva de los sellos, juntas y otros mecanismos de cierre del traje. Esto incluye verificar si hay signos de desgaste, daño o contaminación que puedan comprometer la integridad del traje. Las áreas alrededor de las muñecas, los tobillos, el cuello y las cremalleras son particularmente susceptibles a las fugas, ya que suelen ser las partes del traje más flexibles y manipuladas con mayor frecuencia. Asegurarse de que las cremalleras del traje sean completamente funcionales y que todas las juntas (como las que rodean los puños y las aberturas de la cara) estén intactas y flexibles reducirá el riesgo de penetración de sustancias químicas. Inspeccionar las costuras interiores y uniones del traje es fundamental para garantizar que no existen defectos o debilidades de fabricación que puedan provocar fallos en la protección química.
Utilice cinta de barrera o selladores: para ciertos entornos de alto riesgo o exposición prolongada a productos químicos agresivos, se pueden recomendar métodos de sellado adicionales, como cinta de barrera o selladores resistentes a productos químicos. Estos materiales se pueden aplicar en áreas de alto riesgo, incluso alrededor de los guantes, las botas y la cremallera, para brindar una capa adicional de protección. La cinta de barrera, por ejemplo, puede sellar los espacios entre el traje y el EPP externo (como guantes y botas), asegurando que no haya ningún punto de entrada de productos químicos. Es importante que la cinta o sellador utilizado sea compatible con el material del traje y los productos químicos que se manipulan, ya que algunas sustancias pueden degradar ciertos adhesivos o selladores, reduciendo su eficacia.
Uso de capuchas y respiradores: cuando un traje químico completamente cerrado incluye una capucha o se usa junto con un respirador, es crucial que estos componentes formen un sello hermético con el traje. La capucha debe ajustarse cómodamente alrededor de la cara del usuario, asegurando que ninguna parte de la piel quede expuesta. Si se requiere un respirador, se debe verificar su compatibilidad con el traje. El respirador debe sellar herméticamente contra la cara sin comprometer la capucha del traje. Se debe realizar una prueba de ajuste de presión positiva o negativa del respirador para garantizar que no haya fugas, ya que cualquier fuga de aire podría permitir que los contaminantes pasen por alto la barrera protectora. La integración del respirador y la capucha debe ser perfecta para mantener el más alto nivel de protección.